martes, 6 de enero de 2009

PARTE INTRODUCTORIA. TERRITORIOS

CRíTICA URBANA - ARQUITECTÓNICA 1

…Socialmente parece mantenerse la idea de que los arquitectos son personas implicadas directamente con la ciudad. No son los únicos, ciertamente, que piensan y hacen la ciudad, ni tampoco son todos los que tienen abierta esta sensibilidad. Pero podemos decir que, todavía hoy, esperamos de algunos arquitectos que tengan alguna cosa que decir sobre la ciudad existente y, con mayor precisión, que tengan algo que proponer en una desorientación y de falta de objetivos consensuados.
A una buena parte de los arquitectos más cualificados les sucede lo que Karl Marx decía a las masas:”no lo saben pero lo hacen”. La forma de hacer ciudad la siguen marcando las arquitecturas emblemáticas que, como las modas, son una respuesta técnica y figurativa a requerimientos bien delimitados por las posibilidades de una situación particular. Se podría pensar que Norman Foster, Jean Nouvel, Toyo Ito, Frank O. Gehry o Dominique Perrault no dicen nada especial sobre la ciudad contemporánea. Pero esto no es del todo cierto.
Estas arquitecturas brillantes, seductoras y atractivas, suelen decir mucho más sobre la ciudad que lo que, aparentemente, dicen sus autores. Si se quiere, el suyo es un mensaje subliminar, no explicito, por el cual están privilegiando una ciudad de objetos singulares, llena de episodios emocionantes perdidos en el magma gris de la producción común. La ciudad difícilmente podría soportar la concentración de experiencias sublimes, y tanto el tiempo como las metamorfosis del gusto se ocupan de dar una vida efímera a estos faros de estimulación estética cargados de potentes mensajes hedonistas. Pero en ellos, hay una idea de nueva ciudad que tiene que ver con el individualismo propio de nuestra cultura, de la lucha competitiva por alcanzar una posición más destacada y por acaparar una atención exclusiva. La ciudad de las arquitecturas estelares la ciudad de los VIPs, de las estrellas, de las clasificaciones Forbes o Guiness, de la lucha feroz en el mercado de cualquier tipo de productos.
Hay una ciudad competitiva, agresiva, publicitaria; una ciudad fragmentada en mil pedazos en la cual, cada uno de ellos, busca un lugar bajo el sol. Una ciudad donde los entornos, las relaciones, el conjunto y las estructuras no pueden tener relieve ni demasiada forma aparente porque eclipsarían la verdadera confrontación individual, entre empresas, entre políticos y entre grupos. Pretender encontrar otras lógicas urbanas a estas vedettes singulares no nos lleva a otra cosa sino a entenderlas desde su lógica de apropiación. Las vistas del paisaje son apropiadas por el edificio; la posición estratégica es ocupada por el edificio; el tráfico, el espacio público y la actividad son asumidas por el edificio. Pero esta aproximación no pretende resolver conflictos o mejorar la ciudad, sino aprovecharlos para hacerlos entrar en el discurso del beneficio propio.

La arquitectura de la gran ciudad de hoy, parafraseando el titulo del famoso libro de Hilberseimer de 1927, la hacen los grandes operadores y los grandes proyectos singulares. Aquellos que, por la resonancia de sus propuestas, por el reconocimiento y la admiración que provocan, marcan la pauta de la construcción de la ciudad también en el competitivo y libre mercado contemporáneo.
Pero esta no es toda la arquitectura contemporánea, ni la única manera de establecer relaciones acríticas entre la arquitectura, la ciudad y sus modos de producción convencionalmente aceptados.
Hay una amplia experiencia, sobre todo europea, en la cual bajo el nombre de proyecto urbano podemos reunir el trabajo que , desde los años sesenta, comparten arquitectos que han hecho sus proyectos, sus edificios, formen parte de una problemática más amplia que es la de hacer de cada intervención una ocasión para producir una parte de la ciudad. Marcel Smets, Antonie Grumbach, Álvaro Siza, Albert Viaplana, Rafael Moneo, Manuel de sola Morales,… entre otros que pertenecen a la tradición en la que las trazas de la arquitectura y las de la ciudad parecen buscarse una intención de hacerse solidarias. Proyecto urbano quiere decir que la arquitectura parte de datos que están en la ciudad – restos, memorias, fragmentos y directrices- tomándolos selectivamente como vínculos del propio proyecto al tiempo que este se propone como respuesta y resolución que a un estado de cosas previamente se entiende como inacabado, desvencijado, por resolver.
La dependencia de este modo de operar en relación a lo ya dado, a la historia y a la ciudad ya construida suele ser importante y de ello se resienten, a menudo, las costas de innovación que estas arquitecturas proponen. Con no poco preciosismo, con un cierto ensimismamiento disciplinar, la ciudad se interpreta como topografía y lugar, como referente existente, como tradición y continuidad …
Ignasi de Solà – Morales
Cambridge, Gran Bretaña, Mayo del 2000


IGNASI DE SOLÀ - MORALES. TERRITORIOS. Editorial Gustavo Gilli, S.A. Barcelona 2002.

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